jueves, 29 de abril de 2010

Escobar Gaviria: hipopótamos, droga y poder


Pablo Escobar Gaviria construyó un imperio en Colombia traficando cocaína hacia Estados Unidos. Fue el líder del Cartel de Medellín y se lo vincula a 4.000 asesinatos. Fue congresista de Colombia. Murió baleado

El ex jefe del cartel de Medellín en sus épocas de “buen político”. La muerte de Gaviria inmortalizada en un cuadro de Botero Los hipopótamos que hizo traer desde África para que retozaran en una laguna artifical de su hacienda - mansión y base de operaciones es, quizá, la más clara muestra de su excentricidad y su incalculable poder. Pablo Escobar Gaviria construyó un imperio en Colombia traficando cocaína hacia Estados Unidos. Fue el líder del Cartel de Medellín y se lo vincula a 4.000 asesinatos. Basó su poder en la eliminación física de sus oponentes (políticos o comerciales) con un ejército de sicarios obediente y leal. A pesar de haber nacido en una familia humilde del interior colombiano, trepó hasta la cima del poder económico político de su país, y llegó a ser parte del Congreso. No duró mucho en la política. Pero desestabilizó el país a fuerza de atentados a bombazos. Pero su imperio se derrumbó poco a poco. Era el hombre más buscado en su país cuando una bala lo alcanzó en el momento que huía por los techos
Pablo Escobar nació el 1 de diciembre de 1949, en un pequeño pueblo colombiano llamado El Tablazo, cerca de Antioquia. Sus primeros pasos en el delito comenzaron junto con sus estudios de bachillerato. La leyenda no siempre es clara. Algunos dicen se inició en el robo de lápidas en cementerios. Otros dicen que también se dedicaba al robo de automóviles.

Pero sus comienzos en el tráfico de drogas fueron los que lo llevaron a ser uno de los hombres más ricos del mundo.

Su fama de emprendedor fue creciendo de a poco. Ese carácter fue lo que lo llevó luego de hacer sus primeros pasos en el tráfico de marihuana hacia Estados Unidos a ejercer progresivamente una actividad cada vez más lucrativa: la cocaína.

CÁRTEL. A principios de la década de 1970 la cocaína comenzaba a propagarse en Colombia, procedente de Perú y Bolivia. Escobar Gaviria no tardó en ver allí un negocio lucrativo y en unirse a ese mercado emergente. Rápidamente comenzó a establecer conexiones con los incipientes cárteles que estaban naciendo en el país.

Con Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Lehder, Jorge Luis Ochoa y sus hermanos Fabio y Juan David, fundó el Cártel de Medellín. Nunca nadie discutió su liderazgo en el grupo. Consiguió pistas, rutas, laboratorios y monopolizó el comercio de cocaína, desde la producción hasta el consumo.
De sus pistas de aterrizaje despegaban y aterrizaban avionetas repletas de cargamentos de drogas.

PODER Y sangre. Pablo Escobar cosechó un gran cariño y popularidad entre su gente. Jamás olvidó su origen humilde, y haciendo gala de su presente de riquezas se convirtió en benefactor de las clases bajas de Medellín.

Invirtió gran parte de sus ingresos en obras de beneficencia: los barrios bajos de su ciudad comenzaron a tener mejor aspecto gracias a su obra y, como buen fanático del fútbol que era, construyó varias canchas en la zona. Paradójicamente, esos terrenos que se suponían que servirían para alejar a la juventud de la delincuencia, terminaron siendo el centro de reclutamiento de sus sicarios.

Hacia finales de los ‘70 ya era una personalidad carismática entre los pobres. El pueblo veía en él una alternativa auténtica para salir de la pobreza y la miseria que vivía Colombia en esa época.
Con esa popularidad a cuestas, Escobar logró establecer contactos importantes con el poder político, del que formó parte gracias a Alberto Santofimio Botero y Jairo Ortega, dos políticos a los que apoyó económicamente, cuando ya se había convertido en el “capo de la droga”.

Fue elegido congresista por el partido Alternativa Liberal. Y estableció su doctrina de “plata o plomo”: cuando necesitaba algo, ofrecía plata a miembros del gobierno, policías y militares, pero si no aceptaban el dinero les caía una lluvia de balas.

Sin embargo, todavía su ciudad recuerda plan de construcción de viviendas “Medellín sin tugurios”.
En el año 1982 fue invitado por ser parte del gobierno colombiano a la ascensión de Felipe González como Presidente del Gobierno español. Pero su permanencia en la política no duró mucho.
En 1983 fue expulsado de la política luego de ser denunciado por el Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, a quien se cree que mandó a asesinar en 1984.

Fue entonces cuando nació lo que en Colombia se conoció como el narcoterrorismo.
Entre sus crímenes más notorios se cuenta el atentado al vuelo 203 de Avianca para matar al entonces candidato César Gaviria. El político no estaba en el avión cuando estalló en el aire, matando a 107 personas. También le adjudican el asesinato de varios candidatos presidenciales en 1989.

MUERTE. Estaba prófugo cuando fue abatido. Una llamada a su hijo delató su escondite y el Bloque de Búsqueda, creado especialmente para detenerlo, salió a cazarlo.
El 2 de diciembre de 1993 lo sorprendieron en Medellín. Estaba con Limón, uno de sus leales sicarios. Intentó escapar pero una bala lo alcanzó. Él se pegó el último tiro. “Mejor una tumba en en Colombia a una cárcel en Estados Unidos”, reza hoy un verso popular colombiano.


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EL NARCOTRAFICO Y LA LUCHA DEL ACTUAL GOBIERNO

A pesar de otros antecedentes de importancia, como la Convención Única sobre Estupefacientes, de 1961 y el Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas, de 1971, en rigor puede afirmarse que solamente con la Convención de Viena, de 1988 la comunidad internacional pudo acendrar el consenso en torno a la definición de una estrategia uniforme para enfrentar los embates del narcotráfico. A partir de su concepción como delito de carácter transnacional, en lo que tiene que ver con la oferta de sustancias sicoactivas, se hizo evidente la necesidad de que los Estados parte adquirieran el compromiso de armonizar sus ordenamientos jurídicos internos y se hicieran a instrumentos adecuados para someter a un tratamiento similar a quienes se dedican a actividades relacionadas con el tráfico ilícito de estupefacientes, evitando así la existencia de países de refugio o de fuga.

El esfuerzo de la actual administración, sin duda impulsado por la posición asumida por los Estados Unidos -como expresión de una diplomacia coercitiva que es injusta en tanto unilateral y desmedida en tanto sus efectos perjudicaron al país entero y no sólo a los narcotraficantes-, ha sido significativo y ya comienza a mostrar resultados.

A continuación se presenta un informe del estado de avance de algunos de los aspectos más trascendentes en esta materia, no sin advertir que en temas como el del control y detección de precursores químicos, Colombia ha actuado de manera mucho más aguerrida que el resto de los países suscriptores de la Convención de Viena, de 1988, al incluir como sustancias controladas químicos e insumos que, en el resto del mundo, se comercializan libremente, y al celebrar acuerdos derivativos de la Convención con varios Estados en los que también se ha ampliado el catálogo de químicos recogidos en otros instrumentos internacionales. Igualmente, ha de destacarse el esfuerzo realizado para remediar factores estructurales que afectan en buena medida el funcionamiento de nuestro sistema de Justicia, como se refleja en las actividades que se vienen implementando para el montaje de unidades especializadas en investigación y juzgamiento -policía judicial y fiscalías- de actividades relacionadas con el tráfico de estupefacientes.

LA MAFIA DEL NARCOTRAFICO


Cuando se habla de organizaciones de tipo mafioso se refiere a los grupos que en tanto producen acumulación y riqueza a partir de la producción de cocaína, manejan el mismo esquema de la economía legal en sus empresas ilegales.